jueves, 14 de junio de 2012

Hipólito Mejía pide atención a la producción agrícola


MONTREAL, Canadá.-  El ex presidente Hipólito Mejía expuso este miércoles ante el Foro Económico Internacional la importancia del rol que en las economías y desarrollo de los pueblos latinoamericanos está llamado a jugar el incremento de su producción agrícola.
Dijo que eso es necesario para el abasto de los grandes mercados de consumo, por lo que demandó  una mayor atención en ese aspecto.
Mejía, quien hizo una acotación de los resultados que alcanzó su gestión de cuatro a{os con la instalación de invernaderos, se lamentó de que durante los últimos años no "se le diera a la agricultura la importancia que reviste".
A su juicio, eso debió ocurrir de cara a las nuevas inversiones vinculadas a la investigación e innovación tecnológica y el desarrollo de los nuevos mercados.
Refirió que la seguridad alimentaria alcanzó tal magnitud que el Foro Económico Mundial reunido en Roma con la presencia de lideres de 40 naciones declaro en el 2009 que “el problema de la alimentación mundial es el tema más importante para la agenda de la humanidad".
La exposición
El texto de  la exposición hecha por el ex presidente Mejía ante el Foro Económico Internacional reunido en Montreal, Canadá es el siguiente:
"Agradezco al Consejo de Gobernadores de este Foro Económico Internacional de las Américas, Conferencia de Montreal, en la persona de su presidente, el señor Paul Desmarais Jr., por su amable invitación a participar en esta Décimo Octava Conferencia Anual, cuyo tema central es:Una Economía Global en Transición: Nuevas Estrategias,Nuevos Socios.
También agradezco al Centro Global para el Desarrollo y la Democracia,la oportunidad de participar como exponente en el Foro organizado por el Centro, con el tema: El Surgimiento de Latinoamérica Como Nuevo Socio Comercial.
En mi condición de ex presidente de la República y a partir de mis vivencias de más de 50 años en el sector agropecuario, quiero aprovechar esta oportunidad para referirme al papel de la agricultura en el marco de las nuevas estrategias de una economía global, poniendo especial atención en nuestra región latinoamericana.
Las estrategias de crecimiento económico que prevalecieron en las últimas dos décadas, inspiradas en el Consenso de Washington, provocaron una profunda decadencia en muchos de los sistemas agrícolas de la región. Eso contribuyó a profundizar la pobreza y la desigualdad social en Latinoamérica.
Es bien sabido que, cuando la asignación de recursos productivos se deja exclusivamente al funcionamiento del mercado, la agricultura tiene una gran desventaja, ya que ésta enfrenta los riesgos propios del clima, las plagas y enfermedades, y las imperfecciones de los mercados agrícolas: estacionalidad, subsidios y protección de precios.
En los últimos años, la agricultura fue considerada una actividad económica de importancia decreciente, y de poco interés para las nuevas inversiones vinculadas a la investigación, la innovación tecnológica y el desarrollo de nuevos mercados.
No se comprendió que la importancia de este sector descansa no únicamente en su aporte a la seguridad alimentaria y nutricional de la población, sino también en su rol como generador de empleos, motor de crecimiento económico, y en su contribución a las políticas sociales y la sostenibilidad ambiental.
Debido a diversos factores, en los últimos años la preocupación por la seguridadalimentaria es de tal magnitud que el Foro Económico Mundial reunido en Davos, y los líderes de 40 naciones que se congregaron en Roma, en el 2009, declararon que “el problema de la alimentación mundial es el tema más importante para la agenda de la humanidad”.
La Organización Mundial del Comercio ha señalado que la producción y el comercio de mercancías en los países menos adelantados cayó bruscamente, se produjo un gran desabastecimiento de los granos básicos, y los precios se dispararon. Eso se tradujo en importantes conflictos sociales en varios países.
En América Latina y El Caribe, la agricultura es la actividad económica con mayor capacidad de emplear la abundante mano de obra no calificada que prevalece en la región. Por ello, cualquier estrategia de lucha contra la pobreza y por mejores condiciones de vida tiene que contemplar una mayor inversión en la agricultura.
Estudios realizados en la región muestran que la contribución de la agricultura a la economía, a través de las cadenas productivas, es mucho más importante de lo que normalmente se registra en las cuentas nacionales.
Por ejemplo, en el caso chileno se encontró que la contribución de la agricultura al Producto Interno Bruto, cuando se incluyen las actividades derivadas, es de 15% en lugar del 4.4% que registran las cuentas nacionales.También, su aporte al empleo es de 22% en lugar de 14%; y el aporte a las exportaciones es de 20%, en lugar del 5% que las cuentas nacionales les asignan.
En muchos países de la región, la agricultura aporta hasta un 30% del empleo y es la única fuente de ingresos para amplios segmentos de la población.
Nuestra región, con una población de casi 600 millones de habitantes y abundantes recursos naturales, pero con una mano de obra de baja calificación, tiene la oportunidad de impulsar un modelo económico que combine el desarrollo de la agricultura y la agroindustria con otras actividades productivas.
Estamos convencidos que se necesita una verdadera re-valorización del rol de la agricultura en las políticas públicas y en las estrategias de los gobiernos y entidades multilaterales de financiamiento, para así devolver al campo latinoamericano su capacidad productiva y convertirlo en una herramienta para crear oportunidades para al progreso económico y social de nuestros pueblos.
El desarrollo industrial en América Latina y el Caribe, sólo será sostenible y equilibrado si el mismo se realiza fortaleciendo su agricultura. Esa es una de las lecciones aprendidas de Taiwán, como muy bien señala el ex presidente Lee Teng-hui,padre del extraordinario desarrollo de ese país.
Hay amplia evidencia de que, en la medida que la población aumenta sus ingresos, tiende a elevar el consumo de vegetales, frutas, carnes y derivados lácteos. Esta prospectiva constituye un verdadero reto para el futuro de los sistemas agrícolas, pero también una gran oportunidad para las empresas y los negocios basados en la agricultura.
En la región, alrededor del 21% de la superficie con potencial agrícola no está bajo cultivo y tampoco forma parte de los ecosistemas forestales.
Tenemos los suelos, la disponibilidad de agua, el clima, y las condiciones naturales para producir una amplia diversidad de frutas tropicales y vegetales de invierno para abastecer la creciente demanda de los consumidores de las regiones templadas.
Los países del Cono Sur ya están liderando la producción de granos y cereales. Argentina, por ejemplo, es el mayor exportador de soya, el tercero en la producción de maíz y el quinto en la producción de trigo.
Asimismo, Brasil es el mayor exportador de carnes, café en grano y azúcar, y el segundo en la producción de soya y aceite de soya.
Igualmente, Colombia es el segundo mayor exportador de café en grano.
En el caso de América Central, Costa Rica es el mayor exportador de piñas y el tercer mayor exportador de bananas.
La creciente urbanización de muchas áreas tradicionalmente agrícolas, como es el caso del sur de la Florida, ofrece a los productores de América Central y el Caribe oportunidades que debemos aprovechar, para incrementar la exportación de frutas, hortalizas y plantas ornamentales.
La asociación de los productores de la región con las grandes cadenas de distribución mundial de alimentos debería de formar parte de una estrategia para tener acceso a tecnologías, recursos financieros, y a mercados.
En ese contexto, la producción en ambientes controlados constituye oportunidades que deben ser aprovechadas por los países de Centroamérica y El Caribe
El éxito de México con la producción de invernadero es un referente de lo que puede significar en términos económicos invertir en tecnología y producir de cara a los mercados.
Precisamente en el gobierno que tuve el honor de encabezar iniciamos un programa de instalación de invernaderos que hoy día es un exitoso modelo en la región del Caribe.
Quiero destacar que la producción forestal, el turismo rural, los programas de captura de carbono, la medicina natural, y muchas otras actividades económicas, forman parte del potencial productivo de nuestra región a partir de su riqueza natural y biodiversidad.
Sin embargo, para que aprovechemos esas oportunidades y logremos el relanzamiento de la agricultura en la región, se requiere grandes inversiones de capital para el desarrollo de infraestructuras, la formación de recursos humanos, la aplicación de tecnologías avanzadas y el manejo del impacto ambiental.
En relación a estos temas quiero precisar cuatro aspectos.
En primer lugar está el papel de la tecnología y la aplicación de conocimientos en la agricultura.
De acuerdo a estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación FAO, la productividad agrícola tuvo una caída notable, en el período 1990 - 2010, fruto de la poca inversión en investigación.
Sólo Brasil y los Estados Unidos mantienen niveles razonables de inversión en el desarrollo de tecnologías agrícolas.
Más del 80% de los incrementos en producción en los pasados 50 años en los EEUU fueron el resultado de avances tecnológicos, especialmente, por el uso de fertilizantes, pesticidas y manipulaciones genéticas.
La llamada revolución verde permitió alimentar mil millones de personas adicionales sin necesidad de aumentar el área cultivada y evitó que 16 millones de millas cuadradas de foresta fueran devastadas por la agricultura.
Una re-valorización de la agricultura requiere una nueva ola de impulso tecnológico que sólo es posible por la acción concertada de los gobiernos y de los organismos multilaterales con capacidad de proveer recursos financieros de largo plazo para el fortalecimiento de los sistemas de investigación y la difusión de las nuevas tecnologías.
La incorporación a los sistemas productivos de la biotecnología, la ferti-irrigación, los ambientes controlados, el manejo post-cosecha y la informática, está llamada a tener gran impacto en la agricultura, siempre que estas tecnologías lleguen a los predios de los productores pequeños y medianos que en la región superan el 80% de los agricultores.
En segundo lugar, tenemos la creciente preferencia de los consumidores por alimentos saludables.
En efecto, el uso indiscriminado de pesticidas y el impacto de la agricultura en la naturaleza han dado lugar a nuevos niveles de conciencia sobre la inocuidad de los alimentos.
Esa exigencia de los consumidores por alimentos saludables ha obligado a los gobiernos a establecer regulaciones, a veces muy estrictas, sobre residuos de pesticidas y manejos de cosechas.
Nuestra región es líder en la producción de bananos café y cacao orgánico. Existe un gran potencial de producción para este nicho de mercado, pero aún se necesita mayor investigación y asistencia técnica para el manejo de plagas, así como el apoyo de los gobiernos para cumplir con los protocolos de certificación de calidad.
En tercer lugar, tenemos el tema del financiamiento.
En efecto, mientras en la décadas de los setentas y los ochentas el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo dedicaron el 22% de su cartera de préstamo con América Latina y El Caribe al sector agrícola, en los noventas sólo destinaron el 6.5%.
Es evidente que existe un déficit importante de financiamiento para la agricultura.
Para solucionar ese serio problema, se requieren de políticas macroeconómicas que incentiven el flujo de recursos financieros hacia la producción y el comercio agrícolas.
También se requiere el apoyo de los gobiernos para lidiar con el riesgo inherente a la actividad agrícola.
En cuarto lugar, voy a tocar el tema de los mercados agrícolas.
La apertura de los mercados de bienes agrícolas en un mundo globalizado, dada las diferencias que existen entre países, ha contribuido en muchos casos, a profundizar la crisis alimentaria y perjudicar los ingresos de los productores enlos países pobres.
La existencia de grandes subsidios en los países ricos hace que nuestros productores tengan que enfrentar precios deprimidos en el mercado internacional y la invasión de productos extranjeros en el plano local.
Lograr una agricultura competitiva y sustentable es un mayor desafío que los gobiernos, los organismos internacionales y los productores tienen por delante.
Finalmente, deseo expresar mi creencia de que para tener éxito en la tarea de revalorizar la agricultura, es imperativa la creación de una institucionalidad sustentada en la cooperación entre el Estado y el sector privado.
En América Latina y el Caribe tenemos hoy una extraordinaria oportunidad de revalorizar el campo mediante la aplicación de políticas económicas que aprovechen todo el potencial productivo de la riqueza natural de nuestra región y la favorable dinámica de los mercados agrícolas internacionales.
Confío en que todos trabajando juntos seremos capaces de hacer realidadesa aspiración.
Muchas gracias

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