Se declaró el 26 de enero, día de Fiesta Nacional, con
motivo de que en esta fecha se conmemora el aniversario del natalicio de Juan
Pablo Duarte, fundador de la República.
Se consagra entonces, el Día de Duarte en el 1932, en
virtud de la Ley No. 288, dada en las Cámaras Legislativas y promulgada por el
Poder Ejecutivo en el mes de febrero del mismo año.
El Día de Duarte nace en la inspiración patriótica de
Madame Germaine Rocour de Pellerano. En su motivación, procurando exaltar
valores patrióticos dominicanos, ella eleva una instancia al Poder Ejecutivo de
la Nación, para que de ese modo se declare el 26 de enero, como “Día de Fiesta
Nacional”, en la exaltación de la fecha del nacimiento de Juan Pablo Duarte,
Padre de la Patria Dominicana.
La señora Rocour de Pellerano fue una brillante
educadora, graduada en la universidad de Columbia en Nueva York, (EUA), y había
fundado la “Escuela Moderna”, cuyo plantel estaba situado en la calle Cesar
Nicolás Penson, del sector de Gazcue en la ciudad de Santo Domingo, apoyada en
la solicitud por los alumnos de su escuela, promueve de una forma convincente
el Día de Duarte ante los estamentos legislativos y ejecutivos de la República.
Perfil Patricio
Silueta de Juan Pablo Duarte
Emocionada el alma se estremece
Emocionada el alma se estremece
Al evocar tu vida iluminada,
En la que arde tu gloria inmaculada
Con lumbre que jamás se desvanece.
En tu Patriótico fervor florece
Tu existencia en dolor santificada
Llevando en tu purisima mirada
La fuerza del ideal que te engrandece…
Tu vida de ostracismo –que no apaga
Tu amor hacia la Patria venerada-,
Te llena de dolor y de tristeza.
Mas, tu prédica ardiente se propaga,
¡Y vuelves a la Patria idolatrada
Con la serenidad de tu nobleza!
R. A. Jorge Rivas
Juan Pablo DuarteYo
no puedo en mis versos dejar de consagrarte
Una estrofa del alma, generosa y sentida,
Pletórica del ritmo que tiembla con mi vida,
Como una cara ofrenda a tu renombre, ¡oh Duarte!
Si mi númen no tiene la grandeza del Arte,
La musa que hace al mar rugir, estremecida
Arrancará a la ola, soberbia, embravecida,
Un himno en que pueda mi espíritu cantarte.
Es tan grande tu nombre, que el astro con que
América rimó las hidalguías de su epopeya homérica
Se siente estremecida al evocar tu historia:
Que aunque la ingrata suerte te brindara acíbar,
Tuviste la templanza del genio de Bolívar
Y te brindó su incienso y su laurel de Gloria.
R. Emilio Jiménez
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