MIAMI.- La temporada de huracanes del Atlántico de este año, que oficialmente concluye el próximo martes, pasará a la historia como una de las más activas con la formación de 12 ciclones y 19 tormentas, pero también como una de las menos destructivas.
A diferencia de la temporada del 2009, la de este año ha registrado cuatro huracanes de categoría cuatro en la escala de intensidad Saffir-Simpson, de un máximo de cinco, con vientos superiores a los 210 kilómetros por hora.
De hecho, esta temporada pasará a los anales meteorológicos como la tercera más activa y la segunda con mayor cifra de huracanes, sólo eclipsada por los 15 huracanes que se contabilizaron en 2005, según datos del Centro Nacional de Huracanes (CNH) de EE.UU.
Los pronósticos de los expertos se cumplieron en cuanto al número e intensidad de los fenómenos meteorológicos, pero no hubo que lamentar un reguero de destrucción y muerte como en 2005 y 2008, algo que muchos temían que pudiera volverse a repetir esta temporada.
"Esta temporada de huracanes ha sido muy activa en el Atlántico, pero menos destructiva que otros años, y las cifras provisionales apuntan a más de un centenar de muertos", dijo a Efe Lixon Ávila, especialista en huracanes del CNH.
Destacó que, "afortunadamente", muchos de los huracanes se formaron en la costa africana y sus "trayectorias se mantuvieron sobre las aguas del Atlántico", gracias a una "zona de bajas presiones a lo largo de la costa este de EE.UU.", que actuó como un escudo protector, puntualizó.
Ávila aclaró que la "debilidad del pronóstico" radica en que sólo se vaticina el número e intensidad de los huracanes, "nunca, en todo caso, hacia dónde se dirigen".
Pero en la mente de muchos estaba el recuerdo de la temporada ciclónica del 2005, cuando el huracán "Katrina" se cobró la vida de 1.500 personas en EE.UU., principalmente en el estado de Luisiana, y causó daños por valor de 81.000 millones de dólares, según cifras del CNH.
Los expertos lo señalan como el tercer desastre natural más mortífero y destructor que se ha producido en EE.UU., tras el huracán de 1926 que azotó Miami y mató entre 8.000 y 12.000 personas y el que embistió a Galveston (Texas), en 1900, y dejó entre 2.500 y 3.000 muertos.
Además de EE.UU., otra zona geográfica que se libró del azote de los ciclones fue el Caribe, que no sufrió esta temporada el "efecto enorme que tuvieron los ciclones" en años pasados, comentó Ávila.
En ese sentido, las tormentas y ciclones dieron un cierto respiro a Cuba y especialmente a la ya devastada Haití, esta última tan duramente castigada en 2008, cuando se registraron cerca de 800 muertos y unos 800.000 damnificados.
No obstante, el huracán "Tomás", el último de esta temporada ciclónica, que concluye formalmente el próximo martes, causó estragos a su paso por el Caribe a principios de noviembre: al menos 21 muertos en Haití, 14 en Santa Lucía y uno en San Vicente y las Granadinas.
Y en Costa Rica, los aguaceros e inundaciones producidos indirectamente por "Tomás" causaron la muerte de al menos 22 personas.
Pero los países caribeños y Estados Unidos se beneficiaron de una cierta tregua. Las ocho tormentas (cuatro de ellas devinieron en huracanes) que se formaron en aguas del oeste africano se desviaron hacia el noroeste o noreste, lo que desactivó su impacto potencialmente destructor.
La tormenta tropical "Bonnie", a finales de junio, fue el único fenómeno meteorológico que tocó tierra en la costa estadounidense, concretamente en la bahía de Biscayne (Florida), y causó pocos daños.
No corrió igual suerte el territorio mexicano en el Golfo de México, ya que fue quizá el más castigado, al sufrir el embate de dos terribles huracanes, "Alex" y "Karl", y el asalto de la tormenta tropical "Matthew", que causaron un total de 40 muertos.
La temporada de huracanes en el Atlántico, que comenzó el 1 de junio, arrancó con los peores augurios: los grandes aguaceros que dejó ese mes "Alex", el primer huracán de la temporada, que se formó como tormenta al oeste del Caribe, causó 12 muertos a su paso por Centroamérica: cinco en Nicaragua, dos en Guatemala y otros cinco en El Salvador.
Tras emerger en el Golfo de México, golpeó en la costa noreste mexicana como huracán de categoría dos y avanzó por el norte del país, donde dejó veinte muertos y cuantiosos daños.
"Alex" fue también el primer ciclón que se forma en la cuenca atlántica en el mes de junio desde 1995 y el más poderoso desde "Alma" en 1966.
México fue de nuevo embestido en septiembre por otro huracán, "Karl", de categoría tres, que descargó su furia en el estado mexicano de Veracruz y dejo un millón de personas damnificadas, 150.000 evacuados, doce muertos y daño por unos 3.900 millones de dólares.
Un factor determinante que gravitó sobre la intensidad y cantidad de huracanes en la cuenca atlántica fue la ausencia del fenómeno "El Niño", que se desarrolla en el Pacífico, y tiene una conexión directa con la atmósfera del Atlántico.
"El Niño" inhibe la formación de huracanes en el Atlántico y tiene un efecto contrario en el Pacífico tropical.
El actual periodo de gran actividad ciclónica comenzó en 1995 y generalmente dura de 20 a 30 años.
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