miércoles, 12 de octubre de 2011

Historia de Leonela



Escrito por: Domingo Porfirio Rojas Nina (codehrd@hotmail.com)
Cada ser humano tiene y vive su historia. Es el caso de Leonela De La Cruz, atractiva joven estudiante del tercero de bachillerato  del liceo Profesora Enedina Puello, en San Cristóbal, escuela que lleva el nombre de una ilustre docente. Con voz suave, refiere que desde los dos años de nacida quería saber el destino de su padre, un técnico uruguayo, quien vino a trabajar en el consorcio Nizao, que construyó la presa Higüey-Aguacate-El Cacao-Los Limones, enamorándose loca y apasionadamente de su madre, la trigueña Celenia De La Cruz, residente en Madre Vieja Norte.
Teniendo 7 años, su madre le enseñaba fotos de su progenitor. Le contó que el romance duró cuatro años. Él tuvo que viajar a su natal Uruguay y ella quedó embarazada de dos meses. Su hija es inteligente, estudiosa y gran deportista del tank deruy.
Leonela piensa estudiar turismo y ser ministra de esa cartera.
Gracias a la gentil Ángela Lorenzo, supe la historia en momentos en que la mamá de Leonela, quien es amiga suya, llegaba al restaurante Dulcinea. Fijamos con ella la entrevista el viernes  6 de mayo. Y lo que nos ha contado Leonela es, sencillamente, conmovedor.
El martes 26 de abril de este año, ella elige siete nombres sin fotos entre cinco mil personas en la red social conocida con el nombre de Facebook. Cuando escribió el de Leonela, alguien le responde: ¿Quién tu eres; yo soy uruguayo y tú de República Dominicana? Mi padre trabajó en tu país… Yo tengo dos hermanas.
En otro momento, Leonela le pregunta datos sobre su familia y ellos concluyen en que el nombre del padre de Leonela es Leonel Lara y también el de la persona que conversa con ella. Leonel Lara, hijo, es hermano de Leonela.
Leonela, su madre, Angela y yo, nos bañamos en lágrimas cuando ella dice que su deseo es conocer a sus hermanos, abuelitas y familiares, pues no tiene otro interés sino el de que ellos sepan la verdad y un día puedan  juntarse. De su madre, Celenia, dice: “Ella es mi vida, mi luz y mi todo”. Además, Leonela tiene aquí un hermanito a quien quiere mucho, Gabriel Zapata.
Celenia afirma que su hija es igual que su padre, quien fue un gran hombre, a quien quiso, lo quiere “y lo querré y recordaré siempre… Él no me desamparó, pues me dejó un techo y al nacer la niña le enviaba fotos y otras cosas, pero luego perdimos las comunicaciones”.
Leonela muestra su tristeza por no  conocer a su padre, quien falleció de un derrame celebral el 28 de agosto del año 2007. Se humedecen sus ojos, pues  anhela algún día viajar a Uruguay a juntarse con sus allegados, ir al cementerio, ofrecerle una oración  y en silencio besarle,  abrazarle y orarle, decirle cuanto lo quiere en una oración que le sale del alma.
Para confirmar, el hermano de Leonela le preguntó: Dime si tienes un lunar cerca de la boca… Y ella le dijo que si, y sus hermanas lo tienen, como otros en la familia paterna.
Es triste la historia de Leonela, pero aquí tiene a su madre, que la ayuda y la encauza por la verdad, el honor y la moral.

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